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PODCASTJorge Vallarino
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EL GNOMO JACK

Por Jorge Vallarino

 

Era un septiembre de inicios del siglo XX, el capitán Jack iniciaría un vuelo experimental sobre un espacio inexplorado en el Océano Atlántico, su constructor había encargado de esta misión al mejor de sus pilotos, no era su primer vuelo.

 

Una hora después de su despegue, sus instrumentos no reportaban novedad alguna. La comunicación con los radares era perfecta, lo último que se escuchó fue su alegre voz con el QAP que era señal satisfactoria, nadie se explica entonces qué ocurrió pues de él nunca más se supo.

 

50 años después fui nombrado por una comisión aeronáutica para investigar qué pasó con el vuelo HK666. Mis estudios como técnico en seguridad aérea me avalaban para este trabajo, mas no así mi poca experiencia, mejor dicho, era mi primer encargo y así arranco mi aventura. El piloto que me llevaría sobre la zona demarcada de catástrofe era un hombre de edad avanzada y según sus palabras este sería su último vuelo y se retiraría, compraría un pequeño barco pesquero y pasaría allí el resto de sus días.

 

Era un hombre muy soñador. En el transcurso del viaje me contó historias fantásticas, el contraste de mar y tierra superaban mi imaginación, el capitán me avisó que comenzábamos a sobrevolar por nuestro objetivo, el radar indicaba que justo a esa altura y en aquel lugar fue la última comunicación de la nave con la torre. Sentí entonces un nudo en mi garganta, una sensación que hizo temblar todo mi cuerpo. La avioneta comenzó a descender en busca de aterrizar sin peligro; al salir de una nube nos encontramos súbitamente con la imagen salida de una de las historias del capitán, en medio del mar dos rocas enormes daban la bienvenida a un exótico lugar, la primera peña majestuosa e imponente parecía advertir, “Si no está preparado para la magia, no entre”, la segunda albergaba sobre su falda un poderoso castillo con muchas torres y cúpulas terminadas en puntas como antenas que apuntaban al firmamento. Una carcajada de mi capitán me hizo reaccionar “Esa es la fábrica de los gnomos” ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

 

Y allí es donde aterrizaremos, y sin decir nada más se lanzó en picada, el vacío que sentí me obligó a cerrar los ojos y apretar los dientes como nunca, un estruendo infernal y luego calma total, abrí los ojos pero seguía igual sin ver absolutamente nada, quise incorporarme, mas ni manos ni piernas sentí, mis cuerdas vocales no emitieron el más mínimo de los sonidos, entonces me creí muerto y lo único que quería en el momento era volar para salir de ese oscuro lugar. No sé cuánto tiempo pasó ni lo que pasó, solo que al despertar me encontré en una enorme sala del castillo que había visto a la entrada de aquella isla, lo que vieron mis ojos no lo podría poner en un informe científico pero debía indagar. Esperé unos minutos más para que mi visión fuera totalmente clara, sabía que alguien me había llevado hasta ese lugar y que me observaban, recorrí visualmente el lugar hasta encontrar algo que me guiara y en un rincón una luz sobre un platillo iluminaba una figura entre humana y mágica, sentado en un cofre como custodiando un gran tesoro, un ser cuya cara estaba adornada por una espesa y larga barba, sus miembros superiores eran alas y seres más pequeños, casi diminutos, salían de su sombrero de copa, volaban sobre su entorno como esperando una orden, el humo de su larga pipa formaba círculos que se estrellaban contra las paredes para tornar al espacio convertidos en un delicioso aroma, mi primer sonido, se me vino a la cabeza fue disimular una tos, cuando lo percibí, me atreví hablar:

 

- ¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi capitán? ¿Quiénes son ustedes? 

 

Una voz que no le encontré género definido me contestó:

 

- ¡Bienvenido al país de Nunca Jamás!, aquí no se pregunta, solo se aprende, no se vive, solo se sueña.

 

Y me invitó a seguirlo, de inmediato miles de aquellos animalitos mágicos me levantaron y salimos volando, hicimos un recorrido por el castillo que en su interior ya no parecía ni medieval ni lujoso, en la primera planta al lado derecho toda clase de desechos de baños, inodoros, duchas, tinas, también estufas de carbón, valdes, cafeteras y botes de basura perfectamente alineados; al otro lado y separado por una gran escalera tan ancha como una autopista, muebles de sala, cocina y las ruinas de lo que fueran grandes habitaciones. Siguiendo la ruta por la gran escalera nos encontramos con arrumes de puertas y ventanas y un gran garaje donde aún quedaban los vestigios de un enorme Cadillac de época, más arriba un círculo de habitaciones totalmente destruidas llena de camas y colchones ordenados pero deteriorados por la sal marina y en la torre final, a manera de terraza, una cerca de leños formando un coliseo dispuesto como para una velada y así fue, se abrió una enorme y crujiente puerta y, como en la antigua Roma, una alfombra de arena cubría un gran circulo, allí las criaturas me bajaron sobre un gran sillón, la extraña voz me dijo:

 

- La función va a comenzar.

 

Y se abrió el telón, la estatua de la diosa Temis con sus ojos vendados, en su mano izquierda la balanza, en la derecha la espada, en el platón derecho de la balanza está el viejo capitán con su nave y los motores prendidos, en el otro lado y desequilibrando el peso. Los hierros retorcidos de la avioneta, huesos calcinados de un ser humano, eran sin duda del accidente aéreo de años atrás. Entonces se posó sobre mi hombro una enorme ave con ojos muy grandes y enormes garras me susurró al oído, “lL muerte y la destrucción son el peso de la existencia”. Esto era como dijo su capitán, la fábrica de la magia e inspiración, poetas, cuenteros, músicos, pintores, escultores, malabaristas, payasos al mundo color le daban, pero un día llegó el ciclón llamado civilización y todo  lo destruyó y cada uno de los artistas en hadas se convirtieron acumulando ordenadamente sus dichas y tristezas en este lugar, con la promesa que nunca nadie este lugar lo invadirán.

 

- Guardaremos el arte como fuente de inspiración, ahora vuelve con tu capitán que un día del cielo cayó, venia en un pájaro más grande que yo, desde entonces nos trae narradores para que le cuenten al mundo que la fábrica de gnomos existen, él es nuestro creador.

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